TRASTORNO DE LA VOZ Y LA RESONANCIA

La voz de cada persona tiene un sello tan particular, que permite se le identifique fácilmente a través de ella. Ello se debe a que su boca, faringe y estructuras adyacentes –si bien similares en sus rasgos esenciales a la de otras personas- acusan diferencias que se traducen en gamas de frecuencia y sonido y timbres muy peculiares.

La voz se produce en la laringe, porción modificada de la tráquea, al vibrar dos bandas elásticas, las cuerdas vocales, que entran en acción por la corriente espiratoria de aire de los pulmones: dicho proceso se conoce como fonación.

Las cuerdas vocales tienen pliegues musculares, en los hombres es de 22mm y en la mujer de 18mm.

Las alteraciones de la voz pueden ocurrir en cualquiera de sus características: intensidad, tono, y timbre.

Intensidad: Corresponde, en términos de medición objetiva, a los decibeles (unidad de comparación de magnitudes) y, en términos de la percepción humana, a la evaluación de la energía de la voz. (Bermeosolo Bertrán, 2010)

Tono: Corresponde en términos de medición objetiva, a la frecuencia de las ondas sonoras y, en términos de la percepción humana, a la evaluación de lo agudo o grave del sonido y a su carácter melódico.

Timbre: Corresponde, en términos de medición objetiva, a la frecuencia y amplitud de las ondas sonoras que determinan el tono fundamental y sus respectivos armónicos y, en términos de la percepción humana, a la cualidad particular de la voz de determinada persona.

 TRASTORNOS DEL LENGUAJE SECUNDARIOS A OTRAS CONDICIONES

Para hablar se precisan unas ideas que transmitir y un cuerpo para emitirlas: función del hablante-vertiente expresiva del lenguaje. Y para que la comunicación sea efectiva ha de llegar al oyente; éste recibe las ideas en forma de palabras y las entiende (vertiente comprensiva). El cuerpo del sujeto emisor (hablante) y el del sujeto receptor (oyente) son los instrumentos a través de los cuales la comunicación oral se efectúa. Cuando existe una alteración en el instrumento es muy posible que se observe también una alteración en el habla o lenguaje. Es aquí donde se sitúan los trastornos del lenguaje secundarios a un déficit instrumental.

Para la producción y la recepción del lenguaje se precisan unos órganos y estructuras:

– Producción: a) Sistema nervioso central (SNC), donde surge el deseo y la necesidad, y se programa la acción, y b) Órganos bucofonatorios, donde se recibe la orden y se ejecuta la acción.

– Percepción: a) Aparato auditivo, donde se reciben los sonidos; y b) SNC, donde los sonidos cobran sentido y se posibilita la comprensión.

Al estudiar los trastornos del lenguaje debidos a un déficit instrumental se observan cambios en las estructuras básicamente relacionadas con el SNC, el aparato auditivo y los órganos bucofonatorios.

El presente artículo trata especialmente del déficit instrumental debido a alteraciones periféricas centradas en los órganos bucofonatorios que producen disfunciones mecánicas y articulatorias, enmarcándose de forma general las causas y las diferentes patologías. Detallar el tratamiento específico para cada caso no es el objetivo de este trabajo.

Según Ingram, advierte que los trastornos secundarios se pueden presentar combinados:

  • Defectos mentales.
  • Defectos de la audición o pérdida auditiva.
  • Disfasia “auténtica” (afasia, por daño cerebral).
  • Trastornos “psiquiátricos”: aquí incluye las psicosis, el autismo y el mutismo selectivo.
  • Deprivación social grave.

 AUTISMO

El autismo es un trastorno del desarrollo, de inicio precoz, que comporta alteraciones en: 1. La interacción social; 2. La comunicación/lenguaje, y 3. La flexibilidad de conductas, intereses y actividades.

La diferencia con los TED viene determinada por el hecho de que en los TGD están afectadas diversas funciones, a diferencia de los TED, donde se afecta preferentemente una sola función. Por otro lado, en los TED, el niño se comporta como si estuviera en un estadio cronológico anterior al que le corresponde. En los TGD existen alteraciones cualitativas que no son normales en ningún estadio del desarrollo.

Estamos, por tanto, ante un trastorno del desarrollo y, como tal admite, una gran variabilidad cuantitativa y cualitativa. La tendencia actual es considerar el autismo como un espectro amplio de trastornos que comparten aspectos comunes, pero ante los cuales está por definir de forma definitiva cuáles son los subtipos que lo integran. Esta idea ha quedado reflejada tanto en el DSM-IV como en el ICD-10. Ambas categorizaciones incluyen bajo el concepto de TGD tanto el trastorno autístico clásico, como trastornos muy próximos al autismo. Dichos trastornos son: el trastorno de Asperger, el trastorno desintegrativo infantil y el trastorno generalizado del desarrollo no especificado de otra forma (TGD-NE).

Un fenómeno lingüístico, prácticamente patognomónico deniños autistas es el uso del ‘tú’ o el ‘él’, para sustituir el ‘yo’. Esta peculiaridad podría ser una forma de ecolalia [16]. También es posible que este fenómeno tenga alguna relación con los defectos cognitivos sociales, propios del autista, como se verá más adelante.

Además de la capacidad expresiva, suele estar afectada la comprensión, si bien este aspecto puede ser más difícil de reconocer. En ocasiones se plantea la duda sobre la existencia de una sordera.

Cuando se intenta categorizar los trastornos del lenguaje del niño autista, puede hacerse desde dos planteamientos conceptuales distintos, aunque no necesariamente contradictorios. Por un lado, desde el punto de vista de Bishop, todos los trastornos del lenguaje encajan en el concepto unificador de trastornos específicos de lenguaje, independientemente de que esté afectada la capacidad receptiva, la expresiva o ambas. En realidad, el déficit expresivo siempre va asociado a un déficit de comprensión, si bien con técnicas convencionales puede ser difícil de poner en evidencia.

Rapin prefiere mantener distintas categorías, puesto que de esta forma queda mejor definido el tipo de problema lingüístico.

Según este criterio, Rapin define en el autista síndromes de déficit lingüístico, que no difieren esencialmente de los descritos en el niño no autista. La tabla I enumera los trastornos del lenguaje descritos en autistas. Featured image